Empezaba un nuevo curso, andaba yo en la ESO, en 3º para concretar, nuevo instituto, con mismas amistades y algunas nuevas. No importa decir que aquel centro de secundaria era pequeño, pequeñisimo y que todo el mundo conocía a todo el mundo, típico por supuesto, de un pueblecito pequeño.
Saltándome cualquier anécdota posible al margen de lo que hoy vengo a contar, todo surgió a raíz de una profesora, la profesora. Ese clásico de la vida...
Ahorrandome algún que otro detalle real por eso del anonimato y con la seguridad de que ningún conocido pasara por este remoto lugar, comienzo mi historia:
Era 2002 y yo tenia casi 15 años. Comienza un nuevo curso que marcaría el resto de mi existencia.
La clase era la de Lengua. Su nombre Pilar y su apellido tan especial como ella misma. Era rubia y el pelo le llegaba mas allá de los hombros. Alta y delgadita. Una sonrisa conquistadora y un toque de seriedad que imponía en cada una de sus clases.
Sobra resaltar con que felicidad me disponía yo en cada clase. Cuatro horas a la semana me parecían, por supuesto, escasas, aunque tengo que admitir a mi pesar que no fui ni mucho menos una estudiante brillante.
Hoy día puedo recordar cada anécdota de sus clases. Unas clases que probablemente sean imposibles de describir. Ella tenia ese punto borde y cortante con su toque de buen rollo que hacían de cada clase una obra de arte.
No pasó nada mas que una típica relación profesora-alumna que marcó a la pupila de por vida.
Como ejemplo de que allí pasaba algo puedo contar que en el típico día del libro, y su típica excursión, decidí comprar un libro de poesía (de la generación del 98 si mal no recuerdo) para poder tener una conversación, porque hay que destacar que yo era mas allá de tímida y entablar palabra alguna con ella se veía siempre obstaculizada por mi vergüenza.
Otro ejemplo fue precisamente en otra excursión, una a Sierra Nevada por 5 día. Decidí sin ninguna duda no ir para así pasar la semana atendiendo a sus clases.
Fue tan decisivo aquel año, tan importante y maravilloso como triste. No poder compartir con nadie lo mas especial que había sentido en mi vida hasta aquel momento, dudar tanto de lo que sucedía en mí y ver como tan siquiera podía abrazarla. Ver que amigas hablaban de chicos y de sus historias no era un problema en esa época, pero me hacia sentir diferente.
Aquel mismo curso fue el principio y el final, ella no volvió a ser profesora al año siguiente en aquel instituto, pero eso no me hizo olvidarla.
Saltándome cualquier anécdota posible al margen de lo que hoy vengo a contar, todo surgió a raíz de una profesora, la profesora. Ese clásico de la vida...
Ahorrandome algún que otro detalle real por eso del anonimato y con la seguridad de que ningún conocido pasara por este remoto lugar, comienzo mi historia:
Era 2002 y yo tenia casi 15 años. Comienza un nuevo curso que marcaría el resto de mi existencia.
La clase era la de Lengua. Su nombre Pilar y su apellido tan especial como ella misma. Era rubia y el pelo le llegaba mas allá de los hombros. Alta y delgadita. Una sonrisa conquistadora y un toque de seriedad que imponía en cada una de sus clases.
Sobra resaltar con que felicidad me disponía yo en cada clase. Cuatro horas a la semana me parecían, por supuesto, escasas, aunque tengo que admitir a mi pesar que no fui ni mucho menos una estudiante brillante.
Hoy día puedo recordar cada anécdota de sus clases. Unas clases que probablemente sean imposibles de describir. Ella tenia ese punto borde y cortante con su toque de buen rollo que hacían de cada clase una obra de arte.
No pasó nada mas que una típica relación profesora-alumna que marcó a la pupila de por vida.
Como ejemplo de que allí pasaba algo puedo contar que en el típico día del libro, y su típica excursión, decidí comprar un libro de poesía (de la generación del 98 si mal no recuerdo) para poder tener una conversación, porque hay que destacar que yo era mas allá de tímida y entablar palabra alguna con ella se veía siempre obstaculizada por mi vergüenza.
Otro ejemplo fue precisamente en otra excursión, una a Sierra Nevada por 5 día. Decidí sin ninguna duda no ir para así pasar la semana atendiendo a sus clases.
Fue tan decisivo aquel año, tan importante y maravilloso como triste. No poder compartir con nadie lo mas especial que había sentido en mi vida hasta aquel momento, dudar tanto de lo que sucedía en mí y ver como tan siquiera podía abrazarla. Ver que amigas hablaban de chicos y de sus historias no era un problema en esa época, pero me hacia sentir diferente.
Aquel mismo curso fue el principio y el final, ella no volvió a ser profesora al año siguiente en aquel instituto, pero eso no me hizo olvidarla.
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